Establece prioridades y ¡haz lo importante!
Pensaba que necesitaba más horas al día, pero aún así nunca acabaría, estaba cansada y mis relaciones cercanas empezaban también a sufrir, ¡no tenía tiempo para nadie! Fue entonces que me di cuenta que tenía que aprender a decir sí y no. No tenía que hacer todo lo que anotaba, todo lo que se me ocurría o me pidieran.