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Sé fuerte y valiente, no te abandonaré

Así como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré ni te abandonaré. Sé fuerte y valiente, porque tú darás a este pueblo posesión de la tierra que juré a sus padres que les daría. Solamente sé fuerte y muy valiente; cuídate de cumplir toda la ley que Moisés mi siervo te mandó; no te desvíes de ella ni a la derecha ni a la izquierda, para que tengas éxito dondequiera que vayas. Este libro de la ley no se apartará de tu boca, sino que meditarás en él día y noche, para que cuides de hacer todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino y tendrás éxito.¿No te lo he ordenado yo? ¡Sé fuerte y valiente! No temas ni te acobardes, porque el Señor tu Dios estará contigo dondequiera que vayas.

En el texto de Josué, Dios le pide que sea fuerte y valiente pues será él quien dará la tierra prometida a su pueblo, una hazaña tan grande, todo el pueblo tenía la esperanza de por fin entrar a la tierra que Dios les había prometido desde hace años. Habría mucho que aprender de este texto pero hoy queremos centrarnos en que Dios como a Josué, nos ordena que seamos fuertes y valientes, para que prospere nuestro camino y para el servicio de nuestra comunidad, pero antes nos asegura su presencia, que nunca nos abandonará.

La fortaleza y valentía son dos virtudes que sin duda todo ser humano puede desarrollar, sea creyente o no. Sin dejar vencernos por el miedo, podemos ir cada vez un poco más lejos, poco a poco, cada vez que estemos frente a un miedo o una situación que creamos nos supere.

A veces el mundo se nos viene encima, como dicen, las situaciones más grandes y a veces dolorosas no nos avisan, sólo llegan y tenemos dos opciones: dejarnos vencer por la carga y el dolor o ser fuertes e ir más allá de los límites a los que estamos acostumbrados.

Ser fuerte nos exige salir de nuestras comodidades, enfrentarnos a algo que nunca hemos intentado, pero me parece que no es siempre vencer, ser fuerte es intentarlo con todo lo mejor que tienes, para el bien de tu vida, en servicio a otros y sobre todo sabiendo pedir ayuda, confiar en ti misma y en Aquel que te acompaña.

Tu fortaleza no depende sólo de ti, es verdad que tu voluntad debe dar el paso, pero también eres fuerte cuando sabes pedir la ayuda que necesitas, a Dios y a tus hermanos. No somos auto suficientes, no somos islas autónomas que vagan por el mundo, los humanos estamos hechos para complementarnos, para vivir en comunidad.

Y esto lo vemos bien en las competencias deportivas,  donde es muy clara la fortaleza física de un atleta. Sólo, no llega a ganar una competencia, aunque él sea quien deba ejercitarse y participar, hay un equipo detrás que le ayuda a entrenar, a salirse de sus límites, a animarse diariamente, a ver mejor sus cualidades y a estar atento a sus debilidades.

Lo mismo pasa con nosotros, si tratamos de ser fuertes y no doblarse ante nada de lo que vivimos lo más probable es que se nos endurezca el corazón y no sepamos ver al otro como ayuda, como hermano y no como competidor.

Ayudarnos de un amigo es un ejemplo muy claro de como podemos ser más fuertes de lo que pensábamos, en él podemos apoyarnos e incluso conocernos más, mirarnos desde otra perspectiva y descubrir que no somos sólo lo que el espejo nos muestra. Un verdadero amigo nos muestra quienes somos, nuestras habilidades, lo que mejor sabemos hacer y también nuestras debilidades o límites para estar atentos. ¡Una amistad es una gran fortaleza!

Espero que leyendo esto te venga a la mente algún amigo en el que puedas encontrar esta fortaleza, ser una fortaleza para alguien más, pero sobre todo, saber descubrir la fortaleza sin límites que tienes al ser amigo de Jesús. Él nos llama “amigos” (Jn 15,15) a cada uno de nosotros, anímate a responderle, a escucharle, a conocerlo más y ver cómo Él también te ayudará a conocerte a ti mismo.

Oración

¿Cuál es esa situación que crees que no puedes manejar?

¿Vencerías tu miedo si Dios está contigo? ¿Haría algún cambio?

¿Cómo alimentas tu amistad con Jesús? ¿Qué tanto tiempo le das?

Señor Jesús, en mi vida tengo dificultades, seguido se me salen las cosas de control, tengo miedo de arruinarlo más y a veces ni siquiera sé qué paso dar. Quiero que seas mi mejor Amigo, acércate a mí, quiero conocerte y que me ayudes a conocerme, escucharte, platicar contigo y que esta relación sea el combustible y la fortaleza de mi vida, para el bien de mi camino de santidad y para el servicio a mis hermanos. Amén

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