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5 regalos que Dios te da al leer la Biblia

Toda la Escritura es sin duda un regalo de Dios para todos. Pero hoy quiero compartirte 5 dones especiales, gracias, enseñanzas que nos da Dios cuando leemos su Palabra con un corazón que quiere escuchar. ¡La Palabra de Dios tiene poder para transformar nuestras vidas!

Me ha pasado muchas veces que tenía una imagen de Dios equivocada en mi cabeza; por ejemplo que Dios castiga. Seguro que a todos nos han dicho alguna vez “te va a castigar Dios” y al leer la parábola del hijo pródigo (Lucas 15, 11-32) me di cuenta que Dios no es así. Si Dios fuera un Dios que castiga cuando “hacemos algo mal” Jesús lo habría dicho; pero en cambio la historia que el contó no dice nada de un castigo, ni siquiera de un regaño cuando el hijo regresa, de hecho ¡hacen una fiesta!

Todavía estaba lejos cuando su padre lo vio y se compadeció de él; salió corriendo a su encuentro, lo abrazó y lo besó. El joven le dijo: “Papá, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco que se me llame tu hijo”. Pero el padre ordenó a sus siervos: “¡Pronto! Traigan la mejor ropa para vestirlo. Pónganle también un anillo en el dedo y sandalias en los pies. Traigan el ternero más gordo y mátenlo para celebrar un banquete. Porque este hijo mío estaba muerto, pero ahora ha vuelto a la vida; se había perdido, pero ya lo hemos encontrado”. Así que empezaron a hacer fiesta.

Photo by Evi Radauscher on Unsplash

Jesús nos enseña el Padre Nuestro en el Evangelio de Mateo, nos dice oren así, nos dice que pedir y como dirigirnos a Dios, digamos que es la oración personal y comunitaria por excelencia. Dentro de esta oración hay una parte donde pedimos: “danos hoy nuestro pan de cada día”; sin duda hace alusión a la Eucaristía y al pan material, pero también habla del pan de la Palabra de Dios. Diariamente (y no solo los domingos) estamos invitadas a pedir y a recibir su Palabra, leyéndola, orando y practicándola. Cuando Jesús vive las tentaciones en el desierto y Satanás le invita a convertir las piedras en pan, Jesús responde:

No sólo de pan vive el hombre, sino también de toda palabra que sale de la boca de Dios.

Photo by Josh Gordon on Unsplash

Estamos acostumbradas a colmar nuestros deseos con la rapidez de un click, servicios de entretenimiento on-demand tienen la desventaja de “educarnos” en que lo que queremos lo tendremos rápido y sin mucho esfuerzo. La verdad es que la vida no es así, en la realidad, las cosas valiosas no las podemos tener así de rápido y sin esfuerzo y Dios nos enseña esto, para nuestro bien. Dios quiere que seamos mujeres fuertes, dueñas de sí, fieles, que perseveremos, que sepamos ir más allá de los obstáculos, de la pereza, de lo fácil. Dios nos enseña el camino angosto, no porque quiera hacernos sufrir, sino porque sabe que es lo mejor para nosotros, que ahí está la verdadera vida.

Leer la Palabra de Dios con constancia es un ejercicio muy bueno para nuestra voluntad. Tenemos que tomar la firme decisión de querer conocer la Palabra de Dios, buscar un plan de lectura o de oración, planificar nuestros horarios para hacerle tiempo y ser fieles… y si sucede que lo dejamos ¡lo retomamos!

Hay muchos pasajes en la Biblia que no vamos a entender a la primera, que parecieran contradictorios o que cuestionan nuestra fe. Leer la Biblia no es fácil como leer una revista. Pero Dios no quiere que nos detengamos ahí, quiere que sigamos avanzando aunque no lo entendamos todo. Quiere que sigamos buscando, preguntando, pidiendo luz y entendimiento ¡y Él nos lo da! Dios quiere que aprendamos a perseverar y dejemos de ser personas vacilantes que cambian de rumbo según sus emociones y placeres. Jesús en la parábola del sembrador nos dice:

La semilla es la palabra de Dios. Los que están junto al camino son los que oyen, pero luego viene el diablo y les quita la palabra del corazón, no sea que crean y se salven. Los que están sobre las piedras son los que reciben la palabra con alegría cuando la oyen, pero no tienen raíz. Estos creen por algún tiempo, pero se apartan cuando llega la prueba. La parte que cayó entre espinos son los que oyen, pero, con el correr del tiempo, los ahogan las preocupaciones, las riquezas y los placeres de esta vida, y no maduran. Pero la parte que cayó en buen terreno son los que oyen la palabra con corazón noble y bueno, y la retienen; y, como perseveran, producen una buena cosecha.

La primera vez que en misa escuché la oración que dice el diácono o sacerdote después de proclamar el Evangelio me quedé impresionada, dice que “por las palabras de este santo Evangelio sean borrados nuestros pecados”. Nunca habría imaginado que la simple escucha de la Palabra de Dios tenga un efecto en nuestra alma.

Luego encontré que el Catecismo de la Iglesia Católica en el número 1437 nos dice: La lectura de la sagrada Escritura, la oración de la Liturgia de las Horas y del Padre Nuestro, todo acto sincero de culto o de piedad reaviva en nosotros el espíritu de conversión y de penitencia y contribuye al perdón de nuestros pecados.

Y esque las palabras de la Sagrada Escritura no nos dan solo información como cualquier otro texto, sino que es un medio que Dios ha elegido para revelarnos su amor. Cuando se proclama en la liturgia tiene un poder sacramental que actúa en nosotros, es eficaz. Con una escucha atenta y buena disposición interior no sólo “nos enteramos” del relato, sino que la Palabra de Dios actúa dentro de nosotros, nos purifica y nos anima a seguir a Cristo.

Photo by Alyson McPhee on Unsplash

Jesús pasó todos sus años en la tierra sirviendo, y el Evangelio es el lugar perfecto para descubrir como servía, a quienes, que gestos tenía, que pasaba en su interior, que lo movía. Sirvió a personas que tenían enfermedades corporales y espirituales, endemoniados, esclavizados por el pecado, por las heridas, por los bienes materiales, por todo aquello que no es Dios. ¡Sirvió de muchas formas más! Pero en todas había encuentros personales, misericordia, compasión, amor… y como si fuera poco, se pone a lavarles los pies a los apóstoles (cosa que solo hacían los esclavos de la época) para darnos un ejemplo de como debemos servirnos unos a otros, como hermanos, sin ambición, sin querer dominar ni pisotearlos o creyéndonos superiores, con humildad y simplemente por amor, porque vemos que nuestro hermano tiene una necesidad:

Cuando terminó de lavarles los pies, se puso el manto y volvió a su lugar. Entonces les dijo:
¿Entienden lo que he hecho con ustedes? Ustedes me llaman Maestro y Señor, y dicen bien, porque lo soy. Pues, si yo, el Señor y el Maestro, les he lavado los pies, también ustedes deben lavarse los pies los unos a los otros. Les he puesto el ejemplo, para que hagan lo mismo que yo he hecho con ustedes. Ciertamente les aseguro que ningún siervo es más que su amo, y ningún mensajero es más que el que lo envió. ¿Entienden esto? Dichosos serán si lo ponen en práctica.

Hay muchísimas razones más por las que es importante leer las Sagradas Escrituras, conocerlas y vivirlas. Para un católico esto es vital. Son innumerables las gracias que recibimos al acercarnos a la Palabra de Dios ¡le hace un bien inmenso a nuestra alma! Y nos va haciendo poco a poco como Cristo, que es nuestra meta.
  • Si quieres conocer a Dios,
  • Si sientes que te falta fe,
  • Si te es difícil perseverar,
  • Si te sientes indigna o manchada por el pecado,
  • Si quieres servir a los que ves en necesidad, lee la Biblia.


Así que te invito a hacer espacio en tu agenda para la lectura de la Biblia. Puedes empezar leyendo el Evangelio del día (el que se lee en las misas diariamente) o seguir el plan de lectura de tu preferencia. En Pez de Papel hicimos un Plan de Lectura, con él podrás leer la Biblia completa en un año, descárgalo gratis aquí. Esperamos que te sirva y que sea un impulso para seguir conociendo a Dios, descubriéndote justo como Él te ve y practicando todo lo que Él te dice.

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