Abre tu corazón a las sorpresas de la Pascua
En la Vigilia Pascual de este sábado se leyó el Evangelio de Marcos en el capítulo 16. Hay algo de esta narración de la Resurrección que me hace preguntarme ¿por qué los apóstoles no fueron al sepulcro a buscar a Jesús? Él ya les había anunciado varias veces que iba a resucitar ¿no les daba ganas de ir a ver si fue cierto, al menos por curiosidad? ¿no tenían esa mínima esperanza, esa mínima luz?
Las mujeres tampoco buscaban a Jesús resucitado, ellas fueron llorando a ungir a un muerto, buscaban a Jesús, muerto. Pero al menos se pusieron en camino, fueron con amor y dedicación a embalsamar el cuerpo de su Señor… y se encontraron con la gran sorpresa de Dios: un ángel que les anuncia «¡No se asusten! Aquel al que buscan, Jesús, el de Nazaret, el crucificado, resucitó» Y después escuchan esta invitación: «Él irá delante de ustedes a Galilea y allí lo verán»
¿Qué es eso de ir a Galilea? Galilea es el lugar donde todo empezó, donde los discípulos se encontraron por primera vez con Jesús y comenzaron a seguirlo. Muchas cosas pasaron desde ese primer encuentro hasta la Crucifixión, algunos lo abandonaron al principio, otros más delante porque su enseñanza les parecía una locura o porque no era lo que ellos se imaginaban de un salvador… y al final casi todos lo abandonaron, quedó solamente la Virgen María, Juan y algunas mujeres.
Volver a Galilea es abrir el corazón a la esperanza, a la misericordia, a la sorpresa, a encontrarse con aquello que habíamos abandonado, que fuimos perdiendo, que se nos olvidó… pero sobre todo, a encontrarnos con el Resucitado, con Aquel que considerábamos muerto pero hoy vive. ¡Está vivo!
¿Irías a verlo? Lo más común es decir que sí, en mi corazón también surge un sí, pero para ser sincera es también un sí vacilante, que tiene miedo de la sorpresa de Dios ¿Qué es lo que voy a encontrar? ¿Y si es verdad que Jesús está realmente vivo? ¿Y si es verdad que con Él puede cambiar mi vida? ¿Qué voy a tener que dejar para acoger ese encuentro, esa novedad?
Se necesita mucha valentía, esperanza, confianza… un montón de virtudes para encontrarse con el Resucitado, porque ante Él nos damos cuenta que todo es posible, que contamos con su gracia, su perdón y su amor incondicional; pero que también nos damos cuenta que tenemos mucho que trabajar, mucho que esforzarnos para amar y salir de nuestras tristezas, de sentirnos víctimas de la vida, de ver solo nuestro dolor y ponernos en camino.
El reconocer que Jesús está vivo y nos acompaña en todo lo que vivimos tiene implicaciones fuertes pero es el único camino de felicidad plena, de amor, paz, perdón, de vida nueva, de vida eterna.
¡No te asustes! Así empieza a hablar el ángel, Dios sabe que nos asustan estas cosas, que no comprendemos, que tenemos heridas… pero también dice el ángel que Jesús camina delante de ti, te precede siempre, te acompaña. Déjate sorprender y con humildad reconoce simplemente que no lo sabes todo pero confías en su amor y protección.
En esta Pascua te invito a ponerte en camino, así como las mujeres que fueron a ungir a Jesús. Asómate a los sepulcros de tu corazón donde crees que Jesús está muerto y encuéntrate con el Resucitado que te ama sin límites. Abre tu corazón a las sorpresas, al asombro de la Pascua. Te dejo unas preguntas sencillas que te pueden ayudar en esta reflexión, en tu oración, y te recomiendo muchísimo leer la homilía del Papa Francisco de la Vigilia Pascual.
- ¿Dónde me encontré contigo, Jesús, por primera vez? ¿Cuándo mi corazón se ganchó en tu amor?
- ¿Qué fue lo que más emocionó a mi corazón de ese lugar, de ese encuentro, de esa comunidad?
- ¿Qué bases se sembraron ahí en mi relación contigo, Jesús?
- Desde ese encuentro hasta hoy han pasado muchas cosas ¿Qué he perdido y me invitas a retomar, a volver a comenzar? ¿Cuáles son mis escombros que quiero poner en tus manos para que hagas una obra de arte?
🙏 Que Dios derrame en tu corazón gracias inmensas y lo llene de su luz, te llevamos con cariño en nuestra oración.
¡Felices Pascuas de Resurrección!
-El equipo de Pez de Papel