Confesarme siempre me ha parecido difícil, no porque sea un trabajo físico o mental arduo sino porque implica vencer mi pecado para acercarme al sacramento y dejar entrar la luz de Cristo en mi vida.
Es impresionante vivir eso que dice San Pablo “no hago el bien que quiero, sino que hago el mal que no quiero”. No sé si te ha pasado, pero veo que tengo una inclinación tremenda y un debilitamiento de la voluntad que me hace sacar un montón de excusas para postergar mi Confesión. No le cierro la puerta, simplemente digo “la próxima semana voy” y así pasan los meses. Sé que la Confesión es buena para mí, sé que tengo que pedir perdón, que me hará crecer ¡que Jesús me perdona todo y me recibe con los brazos abiertos! Y aún así el trabajo de la voluntad para tomar la decisión, hacer un examen de conciencia y separar un tiempo para ir a confesarme es duro.
¡Miserable de mí! ¿quién me librará de este cuerpo de muerte?
Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro.Romanos 7, 24-25
Es Él quien por su Crucifixión y Resurrección nos da la gracia y atrae nuestro corazón hacia Él, hacia su amor, hacia lo que es mejor para nosotros. Es verdad que su gracia “aterriza” sobre nuestra naturaleza y por esto nos es necesario ejercitar la voluntad, practicar las virtudes.
Nuestra voluntad es como un músculo que debemos ejercitar para tener dominio propio y no dejarnos llevar por el placer o las emociones. Las primeras veces nos parecerá dificilísimo y al siguiente día nos dolerá, pero poco a poco, repitiendo el ejercicio, el músculo se fortalece y se vuelve todo más fácil, avanzamos mucho.
Para empezar, creo que es importante ver a donde queremos llegar: ser una mujer fuerte que sabe dominarse, que es libre.
El hombre virtuoso es el que practica libremente el bien.
CIC 1804
Luego podemos ver que placer es el que nos domina más: chismes, series, pereza, comida, vicios, poseer, morbosidad, lujuria, etc y escoger uno para empezar a dar pequeños pasos. A mí me sirve mucho hacer un plan semanal y concentrarme en el hoy: hoy me toca hacer 15 minutos de ejercicio. Y así cada domingo ajusto el plan para la siguiente semana, veo mi avance ¡y lo celebro! Y si fallé mucho, trato de ver porque, para la siguiente semana evitar las situaciones que me hacen más difícil salir a ejercitarme.
Es increíble ver la fortaleza que nos da el repetir estos esfuerzos humanos, aunque nos parezcan muy chiquitos, así como el vicio se hace de poquito en poquito y nos debilita, la voluntad se fortalece poco a poco ¡y nos impulsa cada vez más a ser más libres!
Soy más libre y ¡puedo ir a confesarme más fácilmente, sin tantas excusas que me creaba antes!
Definitivamente me doy cuenta que debemos poner todo lo que está de nuestra parte para que la gracia de Dios “aterrice” y no caiga en saco roto, que dé muchos frutos de amor en nuestro corazón y en todas las personas que nos rodean.
Y en este camino de esfuerzos ¡no estamos solas! Dios nos ayuda en nuestra parte humana, así que no dudes en pedir ayuda a Dios cuando sientas que no puedes cumplir la dieta del día, cuando quieres prender la televisión o cualquier placer que hayas decidido dominar. El Espíritu Santo nos da la mano para ascender este camino y nos impulsa con sus dones, especialmente el de Fortaleza. ¡Pidámoslo! Pues con su ayuda todo es posible.
Todo lo puedo en Aquel que me fortalece
Filipenses 4,13
Te dejo 3 preguntas que te ayudarán a ver que vicio o placer te esclaviza más y como hacer un pequeño plan semanal para fortalecer tu voluntad y dominarlo.
- ¿Qué placer es el que te está haciendo más daño actualmente? Es aquel que te hace sentir que no puedes parar, que te domina. Anota el primero que se te venga a la mente o el más dañino.
- ¿Cómo te imaginas que sería tu vida si dominaras ese placer? ¿Qué beneficios crees que traería a tu vida, a sus diferentes áreas?
- Hagamos un plan semanal, de lunes a viernes designa una acción diaria que vas a hacer para conseguir dominar ese vicio o placer y anótalo en un calendario o utiliza una app de registro de hábitos. La idea es que puedas medirlo para que los domingos veas tu avance y como quitar obstáculos.
Algunos ejemplos de pequeñas acciones:
Dar una caminata de 15 minutos, evitar salsas y aderezos, ver solo 1 capítulo de tu serie favorita, poner el teléfono en un cajón por 15 minutos, cambiar los postres por una fruta, leer 15 minutos un libro espiritual, apagar todo e ir a dormir a las 11:00p.m., dejar la alarma o teléfono lejos de tu cama, etc.
¡Ven Espíritu Santo!
En este camino de libertad que quiero empezar,
quiero pedir tu ayuda porque conozco mi debilidad
y sé que nada puedo conseguir sin tu amor, sin tu fuerza.
Concédeme tu don de Fortaleza.
Ayúdame y fortaléceme para que en esas ocasiones
que me veo tentada a dejarme llevar por el placer,
pueda vencer esa inclinación y
“hacer el bien que quiero”.
Sé que con tu gracia todo es posible.
Que este camino me lleve a ser la mujer fuerte y libre
que tú has creado y con esta libertad ame como tú nos amas.
A ti, a todos mis hermanos y a mí misma.
Amén