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¿Te sientes sola? Esto es para ti

Mucha gente no tiene confianza para decirlo, pero experimenta soledad, regularmente creemos contar con la familia, amigos, compañeros de escuela o de trabajo, personas de confianza, etc. Pero llega un momento donde por circunstancias de la vida existe la separación. Si bien en ocasiones no es física, sí puede ser emocional.

Podemos incluso vivir en la misma casa y no experimentar cercanía con los otros. Lo mismo pasa en la escuela, el trabajo y demás lugares donde solemos compartir la vida.

Cuando experimentamos la ausencia de las personas, generalmente podemos llegar a preguntarnos: “¿Qué será de mí sin tal o cual persona?” “¿Podré estar bien ahora que él/ella no está?”, podemos afirmar incluso: “Si estoy sola no podré ser feliz”, lo cual nos deja un sentimiento de insatisfacción o tristeza.

Y es este sentimiento el que nos lleva a catalogar la soledad como algo “malo”. Pero ¿realmente es tan mala como parece? Quiero compartir contigo dos formas de entender la soledad con el fin de que puedas vivirla de una manera diferente.

Nunca estás completamente sola…

La soledad se hace presente en nuestra vida en distintos momentos, esto quiere decir que es parte de nuestra existencia, no podemos evitar los momentos de soledad, por lo tanto, no debe agobiarnos la idea de quedarnos “solos”. Por eso, es bueno ir hacia el interior y descubrir una presencia que te habita. Cuando pareciera que todos se han ido, ahí permanece Alguien, y ese “Alguien” es Dios mismo.

En el Génesis leemos: 

Dijo Dios: «No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle una ayuda adecuada.»

Este pasaje nos revela que el ser humano se encontraba solo frente a Dios, y este “estar solo” no indica que a Adán le faltara Eva, sino a la soledad que el hombre (varón o mujer) experimenta frente a Dios. Es precisamente en la soledad donde encuentras un espacio para relacionarte con tu Creador. Porque el deseo de sentirte amada solamente puede colmarse en la intimidad con ese Dios que quiere hacer una alianza contigo. Él desea revelarte tu identidad, decirte quién eres y para qué fuiste creada, y únicamente entrando en tu interior puedes escuchar la voz del Padre que te dice: “Eres mi hija amada, mi amor te basta”.

Cuando a tu mente lleguen pensamientos como: “Nadie podrá amarme” “no soy digna” “estoy abandonada”. Recuerda que tienes un Padre que te amó incluso antes de que existieras y que quiere colmar tu sed de amor, por eso permite los momentos de soledad para entrar en intimidad contigo.

El corazón tiene sed de unión

En ocasiones nos preguntamos: “¿por qué si cultivo la relación con Dios me sigo sintiendo sola?”. La respuesta es sencilla; Dios, desde el principio creó al ser humano varón y mujer, es decir, capaz de relacionarse y entrar en comunión con otro. Lo mismo pasa contigo, la soledad te incomoda porque no fuiste hecha para estar sola, fuiste creada para entrar en comunión de amor con las personas, para donarte a otros. Pero antes de tener una relación con “otro”, necesitas encontrar a ese “Otro”, que será el primero en saciar tu sed, esa sed de infinito, que nada finito puede llenar.

Si fuiste hecha para la comunión, tu realización plena se dará en la medida que salgas de ti misma para darte a las personas. Cada vez que experimentes soledad cuestiónate sobre qué tanto te estás entregando a otros, y no me refiero sólo a la relación de pareja, sino a la relación con tu familia, amigos, personas del trabajo, en el servicio o apostolado de la Iglesia.

Sola y feliz

Por último, te dejo unos medios que te ayudarán a tener una mejor vivencia de la soledad. Respecto a la intimidad con Dios:

  • Asiste a Misa frecuentemente
  • Haz un momento de oración y meditación al día
  • Acude al sacramento de la Reconciliación.

Sobre la relación con los otros:

  • Cultiva relaciones sanas
  • Llama por teléfono a las personas que amas
  • Comparte tiempo con familia o amigos
  • Intégrate a un grupo o apostolado de la Iglesia.

¡Atrévete a hacer un cambio y comenzar algo nuevo en tu modo de vivir la soledad! Si decides hacerlo te aseguro que tu vida cambiará, y sólo desearás tener esos espacios de encuentro con Dios para entregarte con más libertad a los demás.

Hna. Daniela Felix, MFG.

Misionera Franciscana de Guadalupe

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