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Cómo rezar el Rosario

El Rosario es un itinerario espiritual en el que María se hace madre, maestra, guía, y sostiene a quien lo reza con su poderosa intercesión.

Es una de las oraciones más conocidas por los cristianos y una de las que más rezamos. Me parece que es por su sencillez, pues no necesitamos muchos esfuerzos intelectuales para rezarla, para confiarle una intención a Nuestra Mamá, para levantar el corazón y contemplar junto con ella la vida de su Hijo.

A pesar de esto, a veces nos confundimos y no sabemos bien como rezarlo porque lo escuchamos rezar de diferentes formas, con jaculatorias diferentes según el carisma, diferentes letanías, etc. La mayoría son “válidas” o “correctas” simplemente van evolucionando con el uso y el paso del tiempo, pero también debemos tener cuidado en volver al origen y no modificarlas como queramos.

Te compartimos aquí la estructura básica, tú puedes agregar si deseas otras oraciones, jaculatorias, cantos, etc.

Además al final de esta página podrás descargar GRATIS el PDF que puedes imprimir y repartir a tus amigas o usar en tus apostolados.

GUÍA PRÁCTICA PARA REZAR EL ROSARIO

1. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
2. Enuncia el primer misterio, por ejemplo: “La Encarnación del Hijo de Dios”.
3. Lee la cita bíblica correspondiente.
4. Después de una breve pausa reza 10 Padre nuestro, 10 Ave María y 1 Gloria.
5. Al terminar las 5 decenas ofrece por las intenciones del Papa 1 Padre Nuestro, 1 Ave María y 1 Gloria.
6. Reza la Salve.
7. Luego continua con las Letanías.
8. Oración Final: Te pedimos Señor, nos concedas a nosotros tus siervos, gozar de perpetua salud de alma y de cuerpo, y por la gloriosa intercesión de la bienaventurada siempre Virgen María, seamos librados de las tristezas presentes y gocemos de la eterna alegría. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

LOS MISTERIOS DEL ROSARIO

MISTERIOS GOZOSOS

Se rezan lunes y sábados.

1. La Encarnación del Hijo de Dios
Entonces María dijo: He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. (Lc 1,38)

2. La Visitación de Nuestra Señora a su prima Santa Isabel.
Y María entrando en casa de Zacarías, saludó a Isabel. (Lc 1,40)

3. El Nacimiento del Hijo de Dios.
Y María dio a luz a su hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre. (Lc 2,7)

4. La presentación de Jesús en el Templo.
María y José llevaron a Jesús a Jerusalén para presentarlo al Señor. (Lc 2,22)

5. El Niño Jesús perdido y hallado en el Templo.
Después de tres días, lo encontraron en el templo, sentado en medio de los doctores. (Lc 2,46)

MISTERIOS DOLOROSOS

Se rezan martes y viernes.

1. La oración en el Huerto.
Mi alma está triste hasta el punto de morir; quédense aquí y velen conmigo. (Mt 26,38)

2. La flagelación de Jesús.
Entonces Pilato tomó a Jesús y mandó azotarle. (Jn 19,1)

3. La coronación de espinas.
Los soldados trenzaron una corona de espinas y se la pusieron en la cabeza. (Jn 19,2)

4. Jesús con la Cruz a cuestas camino al Calvario.
Y Jesús cargando su cruz, salió hacia el lugar llamado Calvario. (Jn 19,17)

5. La crucifixión y muerte de Jesús.
Jesús, dando un fuerte grito dijo: “Padre, en tus manos pongo mi espíritu” y, dicho esto, expiró» (Lc 23,46)

MISTERIOS GLORIOSOS

Se rezan miércoles y domingo.

1. La resurrección del Hijo de Dios.
¿Porqué buscan entre los muertos al que está vivo? No esta aquí: ha resucitado. (Lc 24, 5-6)

2. La Ascensión del Señor.
Mientras los bendecía se separó de ellos y fue llevado al cielo. (Lc 24,51)

3. La venida del Espíritu Santo.
Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo. (Hch 2, 3-4)

4. La Asunción de María al cielo.
Todas las generaciones me llamarán bienaventurada porque el Señor ha hecho obras grandes en mí. (Lc 1, 48-49).

5. La coronación de María como Reina de todo lo creado.
Una gran señal apareció en el cielo: una mujer vestida del sol con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza. (Ap 12,1)

MISTERIOS LUMINOSOS

Se rezan los jueves.

1. El Bautismo en el Jordán.
Se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo en forma de paloma se posó sobre Él, y se oyó una voz del cielo que decía: Este es mi hijo muy amado, escúchenlo. (Mt 17,5)

2. La revelación de Jesús en las bodas de Caná.
Y como faltaba vino, María le dijo a Jesús: No tienen vino. (Jn 2,3)

3. El anuncio del Reino de Dios.
Jesús comenzó a predicar la Palabra de Dios y decía: Se cumplió el tiempo y ha llegado el reino de Dios: arrepiéntanse y crean en el Evangelio. (Mc 1,15)

4. La Transfiguración.
Mientras oraba su rostro se transformó, su vestido se volvió blanco y resplandeciente, y Moisés y Elías hablaban con Él. (Lc 9,29-30)

5. La institución de la Eucaristía.
Tomando el cáliz, dio gracias y dijo: tomen y beban todos de el, porque éste es el cáliz de mi sangre que será derramada por ustedes. Después tomó el pan, dando gracias lo partió y se los dió diciendo: Este es mi cuerpo que será entregado por ustedes. Hagan esto en memoria mía. (Lc 22,17-19)

LAS ORACIONES DEL ROSARIO

PADRE NUESTRO

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu nombre, venga a nosotros tu reino, hágase tu voluntad, en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día, perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en tentación, y líbranos del mal. Amén

AVE MARÍA

Dios te Salve, María, llena eres de gracia, el Señor está contigo. Bendita eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén

GLORIA

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos. Amén.

SALVE

Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia, vida, dulzura y esperanza nuestra, Dios te salve.
A ti llamamos los desterrados hijos de Eva; a ti suspiramos, gimiendo y llorando, en este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra, vuelve a nosotros tus ojos misericordiosos, y, después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre. ¡Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María!

LETANÍAS LAURETANAS

Señor, ten piedad
Cristo, ten piedad
Señor, ten piedad.
Cristo, óyenos.
Cristo, escúchanos.

Después de cada una respondemos: Ten piedad de nosotros.

Dios, Padre celestial,
Dios, Hijo, Redentor del mundo,
Dios, Espíritu Santo,
Santísima Trinidad, un solo Dios,

Después de cada una respondemos: Ruega por nosotros.
Santa María,
Santa Madre de Dios,
Santa Virgen de las Vírgenes,
Madre de Cristo,
Madre de la Iglesia,
Madre de la misericordia,
Madre de la divina gracia,
Madre de la esperanza,
Madre purísima,
Madre castísima,
Madre siempre virgen,
Madre inmaculada,
Madre amable,
Madre admirable,
Madre del buen consejo,
Madre del Creador,
Madre del Salvador,
Virgen prudentísima,
Virgen digna de veneración,
Virgen digna de alabanza,
Virgen poderosa,
Virgen clemente,
Virgen fiel,
Espejo de justicia,
Trono de la sabiduría,
Causa de nuestra alegría,
Vaso espiritual,
Vaso digno de honor,
Vaso de insigne devoción,
Rosa mística,
Torre de David,
Torre de marfil,
Casa de oro,
Arca de la Alianza,
Puerta del cielo,
Estrella de la mañana,
Salud de los enfermos,
Refugio de los pecadores,
Consuelo de los migrantes,
Consoladora de los afligidos,
Auxilio de los cristianos,
Reina de los Ángeles,
Reina de los Patriarcas,
Reina de los Profetas,
Reina de los Apóstoles,
Reina de los Mártires,
Reina de los Confesores,
Reina de las Vírgenes,
Reina de todos los Santos,
Reina concebida sin pecado original,
Reina asunta a los Cielos,
Reina del Santísimo Rosario,
Reina de la familia,
Reina de la paz.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
perdónanos, Señor.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
escúchanos, Señor.

Cordero de Dios, que quitas el pecado del mundo,
ten misericordia de nosotros.

Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de las promesas de Cristo.

INDICACIONES SOBRE EL ROSARIO

De la Carta Rosarium Virginis Mariae de san Juan Pablo II. Números del 29 al 38.

1. SOBRE ENUNCIAR EL MISTERIO
Enunciar el misterio, y tener tal vez la oportunidad de contemplar al mismo tiempo una imagen que lo represente, es como abrir un escenario en el cual concentrar la atención. Las palabras conducen la imaginación y el espíritu a aquel determinado episodio o momento de la vida de Cristo.”

Para dar fundamento bíblico y mayor profundidad a la meditación, es útil que al enunciado del misterio siga la proclamación del pasaje bíblico correspondiente, que puede ser más o menos largo según las circunstancias. En efecto, otras palabras nunca tienen la eficacia de la palabra inspirada. Ésta debe ser escuchada con la certeza de que es Palabra de Dios, pronunciada para hoy y «para mí».

Es conveniente que, después de enunciar el misterio y proclamar la Palabra, esperemos unos momentos antes de iniciar la oración vocal, para fijar la atención sobre el misterio meditado. El redescubrimiento del valor del silencio es uno de los secretos para la práctica de la contemplación y la meditación.

2. EL PADRE NUESTRO
Después de haber escuchado la Palabra y centrado la atención en el misterio, es natural que el ánimo se eleve hacia el Padre. El «Padrenuestro», puesto como fundamento de la meditación cristológico-mariana que se desarrolla mediante la repetición del Ave Maria, hace que la meditación del misterio, aun cuando se tenga en soledad, sea una experiencia eclesial.

3. EL AVE MARÍA
Este es el elemento más extenso del Rosario y que a la vez lo convierte en una oración mariana por excelencia.

La primera parte del Ave Maria, tomada de las palabras dirigidas a María por el ángel Gabriel y por santa Isabel, es contemplación adorante del misterio que se realiza en la Virgen de Nazaret.

El centro del Ave Maria, casi como engarce entre la primera y la segunda parte, es el nombre de Jesús. A veces, en el rezo apresurado, no se percibe este aspecto central y tampoco la relación con el misterio de Cristo que se está contemplando. Pero es precisamente el relieve que se da al nombre de Jesús y a su misterio lo que caracteriza una recitación consciente y fructuosa del Rosario.

De la especial relación con Cristo, que hace de María la Madre de Dios, la Theotòkos, deriva, además, la fuerza de la súplica con la que nos dirigimos a Ella en la segunda parte de la oración, confiando a su materna intercesión nuestra vida y la hora de nuestra muerte.

4. EL GLORIA
La doxología trinitaria es la meta de la contemplación cristiana. En efecto, Cristo es el camino que nos conduce al Padre en el Espíritu. Si recorremos este camino hasta el final, nos encontramos continuamente ante el misterio de las tres Personas divinas que se han de alabar, adorar y agradecer.

5. LA JACULATORIA FINAL
Habitualmente, en el rezo del Rosario, después de la doxología trinitaria sigue una jaculatoria, que varía según las costumbres. Sin quitar valor a tales invocaciones, parece oportuno señalar que la contemplación de los misterios puede expresar mejor toda su fecundidad si se procura que cada misterio concluya con una oración dirigida a alcanzar los frutos específicos de la meditación del misterio.

1. INICIO Y CONCLUSIÓN DEL ROSARIO.
En la práctica corriente, hay varios modos de comenzar el Rosario, según los diversos contextos eclesiales. En algunas regiones se suele iniciar con la invocación del Salmo 69: «Dios mío ven en mi auxilio, Señor date prisa en socorrerme», como para alimentar en el orante la humilde conciencia de su propia indigencia; en otras, se comienza recitando el Credo, como haciendo de la profesión de fe el fundamento del camino contemplativo que se emprende. Éstos y otros modos similares, en la medida que disponen el ánimo para la contemplación, son usos igualmente legítimos. La plegaria se concluye rezando por las intenciones del Papa, para elevar la mirada de quien reza hacia el vasto horizonte de las necesidades eclesiales.

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