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Del 17 al 20 de noviembre

¿Escuchas a Dios o al mundo?

¿Te ha pasado que de la nada comienzas a cantar o tararear una canción y es por haberla escuchado recientemente o porque alguien la estaba cantando? ¡Así nos pasa con todo lo que escuchamos! Repetimos lo que escuchamos casi inconscientemente.

Lo que escuchamos es muy importante pues influencia nuestra forma de pensar y poco a poco moldea nuestra forma de actuar. Lo vemos muy fácil cuando actuamos en automático, sin pensar mucho, nuestras decisiones se basarán en todo lo que ha escuchado nuestro cerebro y nuestro corazón. No sólo a través del oído, también de lo que leemos, lo que vemos y todo lo que entra por nuestros sentidos.

Es impresionante como las redes sociales están llenas de opiniones, lo cual es bueno pues tenemos una forma de expresar lo que pensamos. El problema es que es muy confuso escuchar a todos, unos dicen una cosa, otros lo contrario, no sabemos quién nos dice la verdad y quedamos como aturdidas dificultándonos formar nuestra propia opinión y actuar según nuestras convicciones.

¿Qué es lo que escuchas la mayor parte del tiempo?

Si lo que consumimos principalmente son series de televisión poco a poco comenzaremos a actuar como esas imágenes nos muestran. De tanto que lo vemos y nos lo repiten nos llega a parecer “normal” y lo imitamos pues pensamos que “si todos lo hacen, no debe ser tan malo”. La verdad es que esto ya ni lo pensamos, nos sale en automático.

El peligro es que lo que los medios, las series, el cine y la música nos presentan una realidad que no es lo mejor para nuestros corazones, pues la mayoría de las veces es contrario a lo que Dios nos pide, a lo que más conviene para nuestro corazón y nuestra felicidad.

Entre tantas voces y opiniones que escuchamos en redes sociales y alrededor nuestro sé que es difícil distinguir aquellas que realmente son buenas para nosotras, pero no imposible pues nuestro Padre Bueno nos ha dado el Espíritu Santo desde el Bautismo:

Cuando venga el Espíritu de verdad, él los guiará a toda la verdad.

Por eso es necesario fortalecernos, “entrenarnos” para reconocer en nuestro interior el movimiento del Espíritu Santo, la voz de nuestro Buen Pastor, que en todo momento nos susurra, inclina nuestro corazón y nos guía por el mejor camino.

Para escuchar mejor al Espíritu Santo habrá que apagar otras voces, hacer un poco de silencio exterior, filtrar lo que consumimos. Tal vez no vas a dejar las redes sociales el día de hoy, pero sí puedes destinar 10-20 minutos de scrolling para leer la Biblia o el Evangelio de hoy y meditar unos minutitos. Tal vez no vas a dejar de escuchar a tu artista favorito pero sí puedes agregar 1 o 2 canciones al día que te hablen de Dios o que te ayuden a alabarlo. Son esas pequeñas actividades lo que importa, pues son las que forman nuestros hábitos a largo plazo, es ahí donde hay que poner atención.

No dejes que el mundo te dicte qué está bien, qué es la verdad, lo que es justo, pues este te dirá muchas mentiras y si nos basamos en ellas para tomar nuestras decisiones (chicas y grandes) acabaremos infelices, emproblemadas, con el corazón roto y jugándonos la eterna felicidad.

No amen al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo, los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo. Y el mundo pasa, y sus deseos; pero el que hace la voluntad de Dios permanece para siempre.

Cada vez que estés un poco confundida y necesites el auxilio de Dios puedes simplemente decirle: 

Espíritu Santo,
guíame por tu camino,
quiero hacer lo que es bueno y recto ante tus ojos.
Dirígeme por el camino del amor,
de la rectitud y de la verdad.
Amén.

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