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Hablemos de Gratitud: Porqué es importante y cómo incorporarla a tu día

De la manera que recibieron a Cristo Jesús como Señor, vivan ahora en él, arraigados y edificados en él, confirmados en la fe como se les enseñó, y llenos de gratitud.

Agradecer cuando la vida nos sonríe es muy natural, nos brota del corazón pues estamos llenas de gozo y alegría. Pero tener un corazón agradecido es más bien una actitud amorosa de humildad, de reconocer que existe un Padre bueno que se ha adelantado a amarnos y nos provee constantemente de todo lo que necesitamos (no tanto de lo que creemos necesitar) para nuestro crecimiento humano y espiritual, para ser felices, santas.

Practicar la gratitud puede transformar tu vida. Es una técnica sencilla que te hará más feliz y positiva.

¿Cómo agradezco en medio del enojo o sufrimiento?

Cuando los días no van como habíamos planeado solemos maldecir, entristecernos o enojarnos. Es muy sano tener estos sentimientos, pero hay que aprender a manejarlos porque una buena parte de las veces nos hacen actuar sin delicadeza y nos herimos nosotras mismas o a las personas que nos rodean, casi siempre con palabras que duelen y no son verdad. Nos hacen tomar decisiones por las que nos arrepentimos más tarde.

Después de tener toda esta cascada de sentimientos he visto que me funciona alejarme un poco (si la situación lo permite) respirar profundo, con consciencia y dar un paso atrás para ver la escena desde más lejos, tener una perspectiva más amplia y más real antes de tomar una decisión.

 

Al molestarnos por algo que no salió como esperábamos nos enfocamos mucho en ese error y nos da la sensación de fatalismo, todo está mal y actuamos bajo ese pensamiento. La realidad es qué no es así, por eso te invito a hacer este ejercicio de buscar diariamente o en la situación en que te encuentres algo por lo que estés agradecida. Mírate, mira a tu alrededor y cambia el enfoque, deja de pensar por un momento en lo que te falta, en lo que no tienes y piensa en lo que sí tienes. Esto te ayudará a tomar decisiones más generosas, compasivas y a saberte precedida por la presencia y gracia de Jesús.

La idea no es agradecer lo que sí tienes porque alguien más no lo tiene, eso puede darnos una guía, pero existe el riesgo de compararse constantemente. Lo que tienes, independientemente de si alguien más lo tiene o no, Dios ha permitido que lo tengas, te lo ha regalado y quiere que lo disfrutes y lo utilices para amar.

De esta forma, hasta de los acontecimientos que te causen sufrimiento o malestar puedes identificar los aprendizajes para tu vida, lo que descubres de ti, la bondad detrás, la oración de las personas que te acompañan y sobre todo la mano de Jesús y su fiel presencia.

Den gracias a Dios en todo acontecimiento porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús.

Así es más fácil comprender las palabras de San Pablo y que nos lo repite el Catecismo: «Todo acontecimiento y toda necesidad pueden convertirse en ofrenda de acción de gracias» (CIC n. 2638).

Toma unos minutos cada día para reflexionar, decidir agradecer a Dios en cada situación y disfruta los cambios en tu vida.

Anímate a transformar poco a poco tu perspectiva de cada día para acogerla como es, con todos sus acontecimientos y descubrir la gracia de Dios. Empieza por lo poco, unos minutos al día escribiendo en un Diario de Gratitud te harán muy bien. Sé constante y esfuérzate, los hábitos no se hacen de la noche a la mañana y el único camino para conseguirlos son repitiendo los actos. Se necesita voluntad al principio, pero luego que ya se ha formado el hábito en ti gozarás de la dulzura del fruto de ser agradecida: tener un corazón en paz, sereno y que se sabe amado.

Señor Jesús

Hoy te traigo mi corazón con zonas duras y engreídas.

Te pido que lo transformes en un corazón tierno, compasivo y agradecido. Que nunca olvide todo lo que me has dado sin yo merecerlo. Que sepa reconocer que en todo acontecimiento he sido precedida por tu gracia, por tu amor y tu bondad.

Dame la humildad para reconocer que soy criatura tuya, hija amada del Padre, que todo está en sus manos y que me miras constantemente con amor.

Ayúdame a crear el hábito de agradecerte todo, de ver con nueva luz la vida y experimentar tu bondad, ver con mis propios ojos cómo todo coopera para mi bien.

Jesús, sabes cuánto te amo. Bendice y ensancha mi corazón.
Amén.

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