¿Te has preguntado por qué Jesús les hablaba tan fuerte a los maestros de la ley o escribas y a los fariseos? ¿Quiénes eran ellos?
Los maestros de la ley o escribas eran quienes cuidaban la ley, la escribían, estudiaban y también la interpretaban o explicaban al pueblo.
Hay que decir que la ley, al inicio no era como la comprendemos nosotros hoy, no era una simple lista de reglas, sino una revelación que Dios da a su pueblo para que caminen hacia Él. Pero al igual que sucede hoy, muchas personas comenzaron a dar más valor a cumplir esas normas (¡y agregaron muchas más a la lista!) que a la relación con Dios.
Es importante ver que en el evangelio Jesús les llama ciegos y necios, porque no ven ni quieren ver, pues poco a poco perdieron completamente el sentido común.
¡Ay de ustedes, guías ciegos!, que dicen: “Quien hace una promesa jurando por el templo, no se compromete a nada; pero si jura por el oro del templo, entonces sí queda comprometido.” ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más importante: el oro, o el templo por cuya causa el oro queda consagrado?
Mateo 23,16-17
Por otro lado, los fariseos eran una sección política-religiosa, eran como los judíos más celosos y devotos que defendían fuertemente las tradiciones judías y su religión. Pero se degradó este celo y se fueron separando del resto del pueblo hasta que se sintieron superiores.
Y Jesús en el evangelio habla de ellos también, no para quitarles su autoridad como guías sino porque hacían todo para ser admirador y seguir alimentando esa falsa superioridad.
Todo lo hacen para que la gente los vea. Les gusta llevar en la frente y en los brazos porciones de las Escrituras escritas en anchas tiras, y ponerse ropas con grandes borlas. Quieren tener los mejores lugares en las comidas y los asientos de honor en las sinagogas, y desean que la gente los salude con todo respeto en la calle y que los llame maestros.
Mateo 23, 5-7
Aunque había algo muy bello en estos grupos, su error más grande (y el que debemos evitar) es que no abrazaron las correcciones de Jesús, sino que lo vieron como una amenaza a su poder y comodidad, tanto que fueron los primeros grupos en decidir matar a Jesús.
¡Pero espera! El evangelio es también para ti y para mi, así que te invito a preguntarte ¿y esto que tiene que ver conmigo? Tal vez no eres una líder religiosa, pero seguramente formas parte de una comunidad, una familia, un equipo de trabajo o estudio… porque nadie vive aislado.
Entonces conviene preguntarnos…
- ¿En que me parezco yo a los fariseos y escribas?
- ¿Hay algo en mi vida en la que me centro más en las reglas, las tradiciones o mi forma de hacer las cosas y olvido la misericordia, la voluntad de Dios y la fe?
Puede ser algo en tu trabajo, tus relaciones o incluso contigo misma. No tengas miedo a descubrirlo, pues todos tenemos algo de esto y lo mejor, es que reconociéndolo podemos pedir perdón y pedirle a Jesús la gracia para actuar diferente, actuar más como Él y ser más felices.